La guerra es una paradoja. Expone lo peor del hombre, junto con nuestros rasgos más nobles; es planeada por viejos, para ser peleada por jóvenes; propaga como epidemia el llanto de los padres y el descanso de los hijos; nos presenta ante las verdades que por mil noches trataremos de olvidar. Pero no debemos hacerlo, nunca, porque recordar nuestros errores, tragedias y luchas nos da sabiduría, nos deja saber que las consecuencias no residen en el impacto económico o en la desventaja social, sino en ese nudo borgiano que aprieta fuerte, cada vez más fuerte y que encontramos en su vientre.

Por eso, este mes bélico quiero recomendarles tres películas que creo, pueden hacernos empatizar un poco con lo que estos movimientos injustificables representan y así, aportar al menos desde nuestro trabajo, a la concientización y la empatía.

Zona de Miedo (The Hurt Locker) 2008

Kathryn Bigelow fue la primera mujer en la historia que ganó el Oscar como mejor directora con esta, su obra más importante. En ella nos introducimos en los zapatos (o más bien dicho, el traje) de un soldado antibombas en Irak, interpretado brillantemente por Jeremy Renner. El filme explora el conflicto que padecen los militares, hombres que deben parecer duros e intangibles ante los horrores que presencian todos los días y que poco a poco los hieren por dentro, alejándolos del mundo que les rodea.

Algunos hombres buenos (A few Good men) 1992

Un clásico interpretado por Jack Nicholson y Tom Cruise, pero sobre todo escrito por Aaron Sorkin, explora la delicada línea entre el deber, la responsabilidad y la malicia, y cómo la guerra expone lo cerca que bailan los tres conceptos, siempre rozándose, con la esperanza de no sobrepasarse. Actuaciones fenomenales, sumadas a un guion extraordinario. Vale mucho la pena.

La lista de Schindler (Schindler`s List) 1993

Si me preguntasen “¿Qué película te hace llorar?”, respondería sin avergonzarme que esta, después de todo ¿A quién no? Spielberg perfeccionó su arsenal emocional para traer un retrato crudo del holocausto. Aquí la guerra no es peleada por héroes, defendida por monstruos, ignorada por civiles. No, el aclamado director enfoca su lente a las víctimas, en las y los judíos que fueron violentamente capturados y sistemáticamente asesinados para alimentar el infinito estómago de la maquinaria bélica alemana. Con un score compuesto por John Williams (dice la historia que Williams, tras ver el primer borrador del filme se negó a componer, argumentando que no podría hacerle justicia a la película que Spielberg había creado, a lo que el director le respondió “Lo sé, pero todos los que son mejores que tú, murieron hace 100 años”) y que hasta hoy se toca en orquestas tan importantes como la de Viena. Acreedora de 11 nominaciones al oscar, este es uno de los grandes productos que el cine norteamericano ha regalado al mundo y nos recuerda siempre que en la guerra no hay victoria que valga la pena, cuando la comparas con aquellas y aquellos que la padecieron en tierra, lección quizá más vigente hoy que nunca.

 

Cristóbal Ruiz Gaytán

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