Experta en imagen y protocolo, conferencista y escritora

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Hoy en día, ¿sigue de moda la caballerosidad?

Desde que el hombre vive en sociedad ha buscado las formas de que la convivencia sea funcional para todos. En la época de los antiguos romanos, por ejemplo, cuando un hombre encontraba a una mujer en la calle, siempre dejaba libre el lado derecho para que ella pasara. Incluso magistrados y personajes encumbrados de la sociedad seguían la norma.  En algunas otras partes del mundo, cuando por las orillas de las calles corrían los canales de aguas negras, los caballeros le cedían el lado de la acera pegada al muro a las mujeres para evitarles un accidente o para protegerlas del peligro de los caballos que transitaban jalando los carruajes. Sin vivir en esas circunstancias ya, ésta costumbre aún se mantiene en nuestros días.

 

En la Edad Media, los hombres solían ir cubiertos por armaduras de hierro, llevaban sus cascos con la visera baja para protegerse la cara, cuando se cruzaban con alguien que por el emblema de su cimera resultara conocido, se descubrían el rostro para darse a conocer. Esta costumbre derivó a la de quitarse el sombrero como muestra de saludo y respeto.

 

También, el político y escritor venezolano Manuel Carreño, escribió en el año de 1853 un manual de urbanidad y buenas maneras que durante décadas estuvo vigente y fue la fuente principal de consulta de millones de personas que buscaban el arte del protocolo social.  En un capítulo se menciona que un caballero jamás debe de abordar a una mujer que camina sola y si ella por un motivo de emergencia solicita hablar con un señor, éste debe acompañarla hasta la esquina próxima sin causar retrasos innecesarios. En otro capítulo menciona que la mujer educada al caminar debía de llevar un paso ligero, suave y lento, hacerlo de forma apresurada era considerado de mal gusto y pésima educación. Carreño, fue muy puntual en mencionar que si se subían las escaleras acompañado de una dama, ella siempre tenía que ir por detrás del hombre, de otra manera se entendía como una falta de respeto ya que él podía ir viéndole las piernas. ¿Se imaginan que aplicara esta regla a la salida del metro o en las escaleras eléctricas de cualquier centro comercial? Con el ritmo de vida que la mayoría llevamos hoy, ¿quién podría cuidar las formas?

 

En 1921, el Universal Ilustrado publicó una sección llamada “La virtud decorativa”, en ella Alba Herrera de Ogazón, escribió: “Toda mujer de espíritu fino, admira la caballerosidad del hombre de actitud galante”. Sin embargo. hoy muchísimas mujeres alzan la voz diciendo que todo esto no era más que otras formas de machismo en la que asumen que la mujer es dependiente y débil. Además el radical cambio de vida que la sociedad ha sufrido donde las mujeres salimos a estudiar y trabajar a la par de los hombres y estamos cada vez más conscientes de nuestros derechos de igualdad en la sociedad, esto ha creado serias dudas respecto a lo que es adecuado o no de las antiguas normas de caballerosidad.

 

Parece que tanto hombres y mujeres vamos perdidos sin saber cómo actuar ante muchas circunstancias que se nos presentan. ¿Espero a que me abra la puerta del auto o me bajo sola?, ¿Me invitará la cena o pago mi parte?, ¿Le ofrezco la mano al bajar del auto o se molestará?, ¿Y si cree que la estoy acosando por ofrecerme a acompañarla a su auto?

 

Tal vez sea momento de cambiar el término “caballerosidad” aplicada únicamente a los hombres, por “gentileza” que se puede esperar sin distingo de género. Si ahora en los niños sembramos la idea de que todos podemos ser amables con el otro, pronto construiremos una sociedad en la que la norma sea la empatía y el respeto por igual.

 

¿Ustedes qué opinan?