Nadie sabía que habría de esperar siete décadas para volver a levantar el máximo trofeo del fútbol mexicano.

Es poco conocido que México terminó su conflicto bélico con Alemania un 7 de julio de 1951, cuando el entonces presidente Miguel Alemán firmó un pacto con la nación europea que ponía fin a las hostilidades de la 2da Guerra Mundial. Ese mismo año se estrenaba A toda máquina, el clásico interpretado por Pedro Infante y Luis Aguilar, el canal de las Estrellas iniciaba sus primeras transmisiones, la última gran inundación de la Ciudad de México ocurría y nacían Joan Sebastián, Lolita Ayala y Robin Williams. Es importante aclararlo, para contextualizar lo distinto que era el mundo.

Incluso el futbol se jugaba diferente, sin liguilla, sin tanto adorno. Ganaba el primer lugar de la tabla, que en ese momento era indiscutiblemente un Atlas dirigido por Eduardo “Ché” Valdatti, en estadios que tenían escrito por las paredes “Ahorre con propósito”.

El futuro relucía brillante para ese equipo. Nadie sabía que habría de esperar 7 décadas para volver a levantar el máximo trofeo del fútbol mexicano. Solo basta pensar en la frase “a lo Atlas”, famosa en el balompié nacional para entender lo encasillada que se mantuvo la marca durante estos años. Se volvió sinónimo de fracaso, de derrotas, de buscar siempre la victoria y obtenerla a lo Atlas, por poco, por un gol, un penal, un fallo arbitral. Y aun así, este 12 de diciembre ocurrió el milagro, los rojinegros conseguían la liga tras una historia que nos remonta a un equipo sufrido, a temporadas fallidas, con un DT (Diego Cocca) que llegó en 2020 para ganar… pero cinco partidos seguidos sin victoria.

Al comenzar el Guardianes 2021 siguió la tónica. En las primeras cinco fechas obtuvo tres derrotas y dos empates. Faltaba poco para que lo despidieran, para volverse “otro técnico que le falló al Atlas”. Luego ocurrió. En los siguientes 11 partidos, se ganaron seis. El equipo parecía otro. Se llegó a liguilla y hasta Cuartos de Final tras eliminar a un gigante, Tigres.

El Clausura se tomaba con cautela. Si bien Atlas había comenzado el año con buenas cifras, esta era una historia antes vista. Lo que estaba por venir, no. Fue un campeonato de ensueño, con la fiel terminando sublíder de la tabla y presumiendo buenas figuras, como el goleador Julio Furch y el portero Camilo Vargas.

La liguilla se vivió A lo Atlas, con victorias “de apenitas”, dos empates contra Monterrey y Pumas, pasando por su posición en la tabla con partidos donde lo que brilló fue la defensa y un par de errores de Camilo, que hasta ese momento parecía inquebrantable.

Por eso la final se alcanzó con preocupaciones, ¿Sería este, otro descalabro? ¿Le faltaba contundencia al Atlas? La última vez que llegaba a esa altura fue contra Toluca 22 años antes, en un partido cardiaco que culminó en penales, muerte súbita y unos rojinegros ensombrecidos por la derrota.

Esta vez se auguraba algo similar. Atlas no llegó a ese punto con un ataque coordinado ni talento individual, sino con una defensa bien aceitada (la mejor del torneo) y un juego pausado, a su ritmo, controlando el balón, bien trabajado por Diego Cocca que supo aprovechar las fortalezas de su equipo. Pero León, su rival, era agresivo, bueno atacando, constante, participando en las últimas liguillas del futbol mexicano, ganador de nueve torneos, cuarto equipo con más estrellas en México.

El partido de ida cumplió el mal augurio. A cada gol del Atlas, León respondía con un empate. Fue un juego de ir y venir, de pelear el medio campo. Un error de Camilo puso a los equipos 2-2 y finalmente un penal lapidó el juego: 3-2 a favor de León. La vuelta se jugaría en el Jalisco y los tapatíos deberían meter al menos uno más para lograr la victoria.

León defendió bien, cerró espacios, atacaba cuando podía. Atlas buscó el control de la pelota, su juego acostumbrado. Finalmente, cayó el gol; tiempos extras, empate global, 3-3. Los tiempos extras se convirtieron en penales y como clímax de Hollywood, la historia se repetía ¿Pasaría lo mismo que contra Toluca dos décadas antes?

Primera ronda. Goles. Segunda ronda, atajada de Camilo, pero falla del Atlas. Persiste un empate. Tercera, goles. Cuarta, goles. Quinta, Camilo vuelve a atajar. La victoria se siente cercana y como si se hubiese trabajado previamente, Julio Furch, el goleador del equipo tira el último penal… Gol y un segundo campeonato.

En el Jalisco se gritó como nunca. Se vendieron todas las entradas, 50 mil voces al unísono corearon “campeones”. La famosa barra 51, siempre soportando derrotas, ahora, por primera vez en la vida de sus integrantes, celebra un campeonato. El “Perro” Bermúdez llora mientras narra los hechos. Atlas, campeón del Guardianes 2021.

A Diego Cocca lo apodan “El técnico del Milagro”. Las redes sociales se llenan de memes. Los bares de México abordados con rojinegros que cantan lo que jamás pensaron. Pocas veces toca vivir la historia. Esta es una de ellas. La glorieta de los Niños Héroes en Guadalajara se llena de personas vistiendo el rojo y el negro. Las imágenes impresionan.

En el gran panorama el futbol no parece importante. Es, como cualquier deporte, una distracción. Sin embargo son momentos como ese los que nos permiten ver su trascendencia. Generaciones enteras pasaron sin ver a este equipo levantar una copa. Aficionados nacieron, crecieron y murieron soñando ese momento.

No vale la pena preguntarse si el siguiente campeonato se repite, más bien, lo que vale es celebrar como si no fuese a ocurrir nuevamente y ser conscientes que en este mundo de complicaciones, cualquier evento que te permita desconectarte, y soñar con el triunfo, es un evento digno de contarse.