¿Ya viste Don´t Look Up? Seguramente, pues se ha convertido en una de las películas más visualizadas en la historia de Netflix y una sensación en internet, objetivos que su director Adam McKay lleva aspirando desde hace mucho.

El estadounidense tiene una carrera muy peculiar. Creador de obras cómicas como Anchorman, The Other Guys o Step Brothers, McKay no lucía como un autor crítico. Todo cambió con el estreno de The Big Short en 2015, filme donde exploraba la ambición monetaria que llevó a los bancos norteamericanos a provocar su propia caída (y el desempleo de millones) en la crisis económica de 2008; precisa en su comentario, ágil en su edición, ligera para las audiencias, una genuina obra maestra.

Sin embargo, tuvo un costo (no hablas mal de grandes empresas que aún existen y te vas impune) enfrentando ataques de la derecha estadounidense y la publicación de varios artículos que trataban de desmentirlo. La historia se repitió años más tarde, cuando estrenó Vice, trabajo que presenta al vicepresidente Dick Chaney y la guerra contra el terror que resultó en la invasión de Afganistán buscando armas de destrucción masiva que, después sabríamos, nunca existieron. Misma historia, recepción dividida, críticas de la derecha.

Pero aprendió de sus errores y con Don´t Look Up fue más astuto. No menciona nombres en sus personajes, no ataca a figuras reales, solo los utiliza como metáforas. Sabemos a quién se refiere, pero se escuda en la ficción para que aceptes la idea sin contrapesos políticos o personales. El problema en cuestión no es una crisis real o una invasión injustificable, sino un meteoro, eterno rival hollywoodense al que estamos acostumbrados las audiencias. Sin embargo el enemigo es el mismo que en sus anteriores películas: la ambición humana. Si The Big Short habla sobre la ambición de los bancos que causó un desastre económico universal, y Vice sobre la ambición de poder que llevó a un hombre a cometer atrocidades, Don´t Look Up sentencia a la humanidad a través de esa misma ambición y nos obliga a reflexionar sobre nuestras acciones. ¿Por qué queremos más? Cuando (y cito la última frase del filme) ya lo tenemos todo, mensaje además ejemplificado con momentos preciosos, como la conversación sobre el café y cómo, si quisiéramos, podemos elegir moler nuestro propio grano en casa, para tener ese sutil cambio de sabor en las mañanas (¿no es eso tenerlo todo?) o cómo el representante del pentágono ante la Presidenta estafa a los científicos para ganar $40 dólares, siendo un administrativo de alto rango, ¿por qué? Para McKay la respuesta es clara: Siempre querremos más.

No dejemos esta película como una grata experiencia, tratemos de reflexionarla y si pueden aventurarse a ver los otros filmes de este gran autor, les recomiendo que lo hagan. El mensaje es fuerte, pero así lo fueron las acciones de estos hombres y mujeres que por ambicionar, acabaron con el futuro de tantos.

Sin más que agregar, y esperando con ansía más películas así, soy Cristóbal Ruiz Gaytán… Disfruten la función.