«La caridad es humillante porque se ejerce verticalmente y des- de arriba; la solidaridad es horizontal e implica respeto mutuo»
– Eduardo Galeano

Sergio Ursúa
Director general de Equipos de Poder

En muchos niveles existe el «ser solidario», no solo en lo que concierne a la ayuda que se la
da a alguien en desgracia o a otra persona en cualquier otra circunstancia. En lo jurídico, en lo social y también claro en el día a día en la empresa. ¿Se imagina usted llegar a los objetivos planteados, con la solidaridad de toda la empresa? En teoría así tiene que ser, pero en ocasiones la realidad nos lleva por otro lado.

Desde la base de la evolución de este valor, todos tenemos el gen de la solidaridad. Carlos Darwin en «El origen de las especies», desliza la idea de que hemos evolucionado gracias a la solidaridad de nuestros antepasados demostraron los unos a los otros. Así de sencillo, imaginemos un tiempo donde escasea el alimento, desde la caza, la recolección o alguna otra manera comer. Hubo que ser solidario con otro grupo y buscar aniquilar (sí, aniquilar crudamente) a un grupo que sí contaba con comida. Entonces, basados en esto, el gen de la solidaridad, lo tenemos desde que nacemos. Es el único valor que viene de nacimiento a diferencia de cualquier otro valor universal que se va aprendiendo cuando desarrollamos nuestra personalidad. Somos producto de esas acciones «solidarias» entre grupos que buscaban sobrevivir. En el presente, esta teoría en ocasiones nos sigue alcanzando. Hemos sido capaces de aniquilar otro grupo por cosas menos importantes que la comida.

¿Cómo la solidaridad hace que su empresa crezca? La solidaridad se ejerce desde el escritorio, compartiendo con los demás las ideas y los objetivos, pero también se ejerce fuera de la empresa con labor social.

Hacia adentro, la empresa debe fomentar la empatía entre sus empleados (leímos acerca de empatía en la edición de noviembre). Debemos hacer que los empleados en todos los niveles sean capaces de compartir y desarrollar la búsqueda de los buenos resultados de las demás áreas de la empresa. Así, por ejemplo, la o cina de compras adquiere el compromiso de los resultados que debe obtener el grupo de ventas o el personal de almacén será también responsable de lo que logra los vendedores en el mostrador. Esto de una manera tácita si se quiere, pero es la solidaridad la que genera una cierta cohesión entre toda la empresa. De nuevo y porque vale la pena, ¿se imagina usted llegar a los objetivos planteados, con las acciones solidarias de toda la empresa?

La labor social, es decir, la solidaridad hacia afuera de la empresa es importante para la organización, porque cumple con dos objetivos de mucho beneficio. Uno: Es el de regresar a las personas (si es que son nuestros clientes o no) algo de lo que los demás hacen por nosotros al acercarse a nuestro negocio. Y dos: Es compartir con nuestros trabajadores el compromiso de ayudar a los demás.

Cuando hacemos labor social organizada por la empresa, a nivel personal crece la autoestima, disminuye el estrés; la solidaridad es una herramienta natural para tratar la depresión y mejorar la salud.

Sembrar la semilla de la ayuda a los demás, es generar para el futuro una sociedad más comprometida con el bien común y con un mejor nivel de vida. La solidaridad no es solamente hacer grandes cosas, la solidaridad es incluso buscar en las pequeñas cosas, cómo hacemos sentir bien a los demás.

Si usted en su empresa, tiene la oportunidad de fomentar las acciones solidarias con sus empleados, no dude en hacerlo. Tendrá empleados más comprometidos con las metas de la organización, con mayor autoestima, más sanos y mejores personas.

Hasta pronto.


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