Septiembre es el mes en que los mexicanos nos unimos; por un lado conmemoramos el fin de la lucha por nuestra independencia, hecho histórico que nos hace sentir orgullosos de ser mexicanos y es motivo para que las personas se reúnan en sus trabajos, en familia o en los sitios emblemáticos de cada población, a celebrar. Pero este 2017, otros eventos trascendentes también motivaron nuestra unión. El país fue sacudido por dos grandes sismos, el primero ocurrió el día 7 en parte del Occidente mexicano afectando principalmente los estados de Chiapas y Oaxaca y en una terrible coincidencia 32 años después, el día 19 la región central de nuestro país enfrentó nuevamente el temor, el dolor y las pérdidas que deja un terremoto. Estos acontecimientos, nos llevaron a la unión acompañada de una gran fuerza del pueblo mexicano, que con entereza se volcó al igual que en 1985, a las calles para brindar ayuda. Nuevamente como está grabado en las generaciones de quienes hoy son adultos, nuestra nación, enfrenta de manera solidaria este momento y los problemas que se generan después de un desastre natural. Ya conocemos la historia, hemos aprendido de ella pero aún es necesario reforzar algunas acciones que nos lleven a estar mejor preparados y enfrentar los desastres con mayor eficiencia y prontitud. Gran reto para las generaciones que por primera vez, viven un desastre natural y serán quienes tomen decisiones futuras