El comercio internacional ha transcurrido por dramáticos cambios hace más de una década.

 

Medios, analistas y académicos por el momento no le hemos dedicado suficiente atención a estas nuevas estructuras comerciales, y, aún menos, a sus implicaciones de política (comercial y de otra índole).
Con base en la información pública ofrecida por los Indicadores de Desarrollo Mundial del Banco Mundial (BM), un grupo de aspectos son llamativos.
En primer lugar, y después de varias décadas de continuo ascenso, el estancamiento del comercio (importaciones y exportaciones) de bienes y servicios internacional con respecto al PIB desde 2008: si para el mundo hasta la década de los 1970s el coeficiente estuvo incluso por debajo del 30 %, alcanzó su máximo en 2008 (con el 60.79 %) y desde entonces se mantuvo constante y con una ligera tendencia a la baja (fue de 58.24 % en 2019). Algunos analistas han definido este proceso como de “desglobalización”, considerando que el comercio internacional no había transcurrido por un periodo tan largo de estancamiento y no se espera en el mediano plazo su revitalización. Este proceso ha sido particularmente profundo en China (donde el coeficiente cayó del 64.48 % en 2006 al 34.51 % en 2020) y en Estados Unidos (del 29.89 % al 26.31 % durante 2008-2019) con base en la información del BM.

Segundo. El comercio de bienes y servicios, de igual forma, también ha transcurrido por profundos cambios estructurales: históricamente, y al menos desde la década de los sesenta del siglo XX, la Unión Europea y Estados Unidos habían sido por mucho los principales participantes con casi el 50 % global hasta inicios de los 1980s. Desde entonces, sin embargo, se perciben drásticos cambios, particularmente la creciente participación del Este de Asia y el Pacífico (EAP) y particularmente de China: todavía a inicios de los 1990s la región del EAP representó menos del 20 % del comercio de bienes y servicios y desde 2020 desplazó por primera vez a la Unión Europea, con el 31.05 %. De igual forma, en 2020 China se convirtió por primera vez en el principal país origen del comercio de bienes y servicios desplazando a Estados Unidos, Alemania y Japón- con el 11.54 % (y de 11.18 % de EU); todavía en 2000 la participación de China fue de apenas 2.22 %.

Tercero. Las tendencias agregadas arriba examinadas son resultado de los flujos de importaciones y exportaciones de bienes y servicios: hasta 2020 Estados Unidos y la Unión Europea se mantienen como los principales importadores globales (aunque seguramente la región de EAP y China los superarán en menos de un lustro), pero China y EAP superaron a Estados Unidos y a la Unión Europea desde 2017 y 2018 respectivamente como los principales exportadores de bienes y servicios.

En este contexto, el comercio de bienes y servicios de América Latina y el Caribe (ALC) y México presentan características diferentes. Por un lado, y con respecto a su PIB, el comercio de bienes y servicios no ha disminuido desde 2008, también resultado de un pobre crecimiento económico, y representó 46.34 % y 77.98 % para ALC y México. El caso de México es notable en cuanto a la incidencia de su comercio exterior en el PIB, de niveles inferiores al 25 % en los 1980s a niveles superiores al 70 % desde 2015 y un estancamiento desde entonces. Si bien la participación de ALC ha disminuido desde 2012, México aumentó ligeramente para alcanzar un 1.92 % de los flujos de bienes y servicios internacionales en 2020.

Las tendencias arriba descritas son significativas desde múltiples perspectivas. Por un lado reflejan que en 2020 por primera vez tanto China como la región del Este de Asia Pacífico se convirtieron en el principal origen del comercio de bienes y servicios, particularmente vía sus dinámicas exportaciones, aunque también se prevé que asuman un liderazgo en el corto plazo en sus importaciones globales. Al menos tan importante es reconocer que desde 2008 la dinámica del comercio de bienes y servicios internacional con respecto al PIB se ha estancado y con una ligera tendencia a la baja desde entonces, particularmente pronunciada para China y EU. Las causas de estas tendencias pueden ser múltiples niveles de saturamiento del comercio internacional, restricciones al mismo y más allá de las tensiones entre EU-China y el Covid-19 (considerando que se aprecian desde hace 15 años) pero reflejan que en el futuro el comercio internacional muy difícilmente se convertirá en el motor de crecimiento de las economías.

Las implicaciones para países en ALC y México también son significativas, particularmente en el ámbito reciente de la “guerra comercial” entre EU y China: el comercio internacional de bienes y servicios en el  corto y mediano plazo ya no transcurrirá por la dinámica de décadas anteriores y requerirá de esfuerzos mucho más puntuales con la propia ALC, EU, China y la Unión Europea- para incrementar su valor absoluto y participación. Crecientemente países como México deberán buscar nuevas fuentes de crecimiento económico y de desarrollo, más allá del legado de la industrialización orientada hacia las exportaciones.
¿Será?