POR Lic. Salvador Suárez Zaizar
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El Presidente de Estados Unidos de América, Donald Trump, pone en práctica su discurso de “Estados Unidos primero” y una política proteccionista. Acciones difíciles de comprender viniendo de un país que participó en la configuración y promoción del mundo globalizado y de libre comercio en el que estamos inmersos. Sin embargo, esta condición se puede entender como parte de una gran transformación, la transición hacia un nuevo orden mundial.

En este contexto internacional es el presidente chino, Xi Jinping, quien toma el liderazgo y se presenta como el gran defensor de la globalización y el libre comercio, reconociendo su impacto positivo en el crecimiento y desarrollo económico, y la importancia de hacer ajustes para corregir aquellos aspectos negativos. En el Foro Económico Mundial de Davos en 2017 mencionó que su país ha aprendido a nadar en una economía global, un gran océano del que no se puede escapar.

México continúa inmerso en un clima de incertidumbre que impacta nuestra economía. El complicado proceso de negociación para modernizar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) ha sido una llamada de atención para todos los mexicanos. Ya nada es seguro, los acuerdos que hoy alcanzamos tal vez no continúen en algunos años. En este mundo de grandes cambios, el destinar el 81% de nuestras exportaciones al mercado estadounidense nos deja en una posición vulnerable.

También, estamos presenciando una guerra comercial entre dos potencias económicas. Aludiendo a prácticas comerciales desleales, el gobierno de Estados Unidos ha impuesto aranceles de manera repetida a productos chinos. El presidente Xi Jinping ha advertido que nadie saldrá vencedor de este conflicto y ha impuesto represalias equivalentes. Esta es la nueva era de China, un país cuyo gobierno no mostrará debilidad ante su sociedad y el mundo, y de ser necesario, podría emplear otras herramientas – distintas a aranceles – para ejercer suficiente presión que empuje a Estados Unidos al diálogo.

En este ambiente, México tiene que aprovechar al máximo sus ventajas competitivas y comparativas. Nuestra cercanía e integración con Estados Unidos nos consolida como un importante socio comercial, pero no debemos olvidar la creciente clase media en Asia que demanda más y mejores productos, o el formar parte de América Latina que convierte a la región en un mercado natural, o el enorme interés y reconocimiento que despierta nuestra cultura en Europa. Las oportunidades existen en cada rincón del planeta y en varias ocasiones son los extranjeros quienes las explotan.

En Asia es común encontrar productos como salsas, alimentos enlatados y totopos que utilizan elementos de México sin ser originarios de nuestro país. Así, los mexicanos no sólo quedamos al margen de los negocios, sino que además se proyecta una imagen distorsionada de lo que realmente somos, de nuestra cultura, tradiciones y gastronomía. Pero… ¿Cómo podemos cambiar esta situación?

Para lograrlo tenemos que entender mejor nuestro mundo a partir de la coordinación de los sectores público, privado y académico. Requerimos funcionarios capaces de diseñar políticas públicas a partir de las investigaciones desarrolladas por académicos; profesores y estudiantes que generen información relevante y práctica sobre las oportunidades de negocios en otros países; y empresarios dispuestos a invertir en financiar proyectos e implementar sus resultados. Sólo de esta forma continuaremos siendo un actor relevante en este nuevo contexto internacional.