POR AARÓN ANDRADE
Cineasta, fotógrafo y consultor sobre cine, medios, y tecnología.
Manuel Roberto nace en Colima, aunque desde muy niño creció en la ciudad de México, ahí cursó toda su trayectoria escolar has- ta la universidad y ahí también fue donde comenzó a adentrarse en cuestiones audiovisuales, fotografía, video y el mundo del cine que es lo que le gusta, le apasiona y a lo que tiene dedicándose desde hace ya varios años.
Actualmente vive en Colima y además promueve las locaciones del estado para que Colima sea un destino cinematográfico.
Se define como un apasionado de su trabajo que disfruta lo que hace, un hombre perfeccionista y amante de la tecnología que le gusta aprovechar para hacer la vida más fácil.
“Me encanta Colima, tengo ya varios años viviendo aquí aunque me ha costa- do trabajo adaptarme. Cuando regresé yo no tenía a los amigos de la cuadra o los de la escuela, pero me fui integrando poco a poco y he ido conociendo en el trayecto a gente muy interesante, el único inconveniente es el calor que me sigue afectando muchísimo”.
Toda su familia es de Colima, sus padres se fueron por cuestiones económicas a buscar mejores horizontes en la ciudad de México y regresaron para quedarse mientras Manuel Roberto continuaba en la gran urbe estudiando la preparatoria.
Eventualmente estuvo estudiando y trabajando mientras cursaba la universidad en la licenciatura de administración de empresas; poco a poco se fue involucrando en cuestiones de video documental, videos educativos, corporativos y después adentrándose en la industria del cine.
Recuerda que cuando venía a Colima en su infancia, se iba a las matinés del cine Diana, y se emocionaba viendo películas pensando en algún día poder hacerlo. “Desde niño me fascinó el cine y no me arrepiento de haberme apartado de la carrera de administración, la cual me ha servido mucho, pero lo dejé por perseguir mis sueños y hacer lo que amo”.
“Existe cierta influencia al cine, quizá, porque cuando mi padre José Trinidad García era muy joven, se dedicó a llevar cine a las localidades de Colima, pequeños pueblos alejados de las pantallas y salas de cine. Trabajaba para una empresa que traía películas y mi papá se encargaba de montar el proyector y anunciar con música la película que estaría en pantalla, mi padre me decía que recorrían las calles con la canción “Varita de nardo” de Joaquín Pardavé y con ello la gente ya sabía que había llegado el cine al pueblo; y en un potrero montaban una sábana blanca donde proyectaban la cinta mientras la gente iba llegando con sillas y guacales para disfrutar de la película”.
De niño me gustaba ver mucho el cine en blanco y negro, las películas de monstruos gigantes, platillos voladores, leyendas mitológicas, King Kong, las del santo, Godzilla, y yo salía del cine fascinado, desde que te ibas acercando al cine por la calle cinco de mayo ya se percibía el olor a palomitas”.
Para Manuel Roberto el cine es una experiencia que puede transportarnos a otro mundo, a otro tiempo, a conocer personas y personajes históricos, “me parece extraordinario entrar a la sala, encontrar tu lugar favorito, se apagan las luces y comienza la magia”.
“No sabes que te espera y a donde te llevara esa luz que se proyecta en la pantalla, puedes saber de qué trata la película, pero la expectativa de saber lo que pasará, que van a decir los personajes y en qué va a terminar, es toda una experiencia”.
Mientras estudiaba los primeros semestres de la universidad, para ayudar a la familia, Manuel Roberto empezó a buscar trabajo, uno de ellos fue en una empresa que se llamaba: Sistemas Personales de Computación y se dedicaban a vender computadoras. “Una de las computado- ras que vendía la empresa manejaba muy bien los gráficos, era la “Commodore 64”, que en su momento fueron una maravilla, yo tuve una de las primeras y empecé a hacer animaciones y cosas pequeñas, para mí y para los amigos”.
Después de la venta de computadoras Manuel Roberto se vinculó con una empresa que se llamaba “Video Servicios Profesionales” en donde tuvo la suerte de entrar como asistente, y es ahí donde aprendió a escribir guiones, hacer cámara y a editar, es el lugar donde dirigió su primer comercial.
“En Video Servicios Profesionales aprendí muchísimo, pero llegó un momento en el que yo quería hacer más cosas relaciona- das con cine; y en una invitación a realizar una conferencia para hacer proyectos de animación con equipos de bajo costo, conocí la empresa “Imagica”, con un equipo muy sofisticado que solo lo tenían las universidades o empresas muy grandes, a mí me gustó lo que hacían y yo quería hacerlo también”.
Meses después Manuel Roberto llevó su portafolio y curriculum a la empresa Imagica a donde fue llamado para integrarse a las filas. ”Yo estaba muy contento porque era una productora de un nivel más alto, en donde había más presupuesto y mejor equipo técnico, se hacían más comerciales de televisión, se trabajaba con todas las agencias de publicidad y grandes productoras de México; me sirvió además para conocer mucha gente y no sólo haciendo trabajo en escritorio con las computadoras de animación, ahí aprendía también hacer animación viva y no sólo digital, y estaba mucho más en el set y las locaciones, un mundo nuevo para mí en donde aprender era mi objetivo”.
En esa época cada que tenía oportunidad Manuel Roberto buscaba capacitación to- mando cursos de animación gráfica y de fotografía. En Nueva York tuvo la oportunidad de estar en un curso de producción cinematográfica internacional, además de asistir a congresos en los Ángeles, en San Francisco y en Hollywood. “Yo quería aprender directamente de quienes hacen las películas, no es lo mismo ver un detrás de cámaras a estar con quienes desarrollan las técnicas”.
Se le dio la oportunidad de visitar Pixar y conocer a los animadores que hacen las películas de estos conocidos estudios, conocer sus instalaciones y ponerle cara a los nombres de los créditos que aparecían al final de las películas cuando iba al cine Diana. “Para mí eran leyendas, y jamás me imagine conocerlos, menos aún estar ahí y aprender con ellos, por ejemplo Ray Harryhausen una eminencia del cine muy conocido por su técnica de animación (stop motion). Y para mí fue algo muy especial, poder conocerlo, darle la mano y platicar con él, que me autografiara los DVD con sus películas, es un tesoro invaluable”.
“También me tocó conocer a George Lucas el creador de Star Wars, y estar junto a él y platicar fue una experiencia increíble, y como experiencia de vida el cine me ha dado ese tipo de satisfacciones”.
La primera participación de Manuel Roberto en una película, fue una producción norteamericana que filmaron en México, se llamó “Solo”, un largometraje con una historia futurista. “Yo participé con unos gráficos que aparecían en una computadora, una participación muy pequeña pero ya era para una película; después los convencí en Imagica para seguir haciendo más cine; y mi siguiente participación fue en una película que se llama “Por la libre”, ahí me tocó hacer la animación de la escena final. Eso lo filmamos en los estudios “Churubusco” donde pude conocer a más personas relacionadas con el medio”.
Tiempo después y con la inquietud de crecer en el cine decidió hacerse un productor independiente, en ese intermedio participó en un concurso de cortometraje organizado por IMCINE y CONACULTA del que resultó ganador del primer lugar.
“Ahí conocí a gente que me invitó a trabajar con “Ollin estudios”, una productora que comenzaba a hacer cine, y entré con ellos a realizar un proyecto para un comercial importante en donde tenía que hacer unos efectos visuales, les gustó mi trabajo y seguí colaborando con ellos durante muchos años y, poco a poco empezamos a convencer a los productores mexicanos de que en nuestro país se podían hacer animaciones y efectos visuales de calidad”.
Así realizaron varias películas, hasta que llegó “Kilómetro 31”, donde los productores confiaron plenamente en ellos, “Lemon Films, que es la casa productora de Billy y Fernando Rovzar no escatimaron en presupuesto, querían hacer la película costara lo que costara, pero hacerla de calidad y hacerla en México”.
“El Ariel significó mucho para todos los que participamos en la película de Kilómetro 31, porque históricamente fue muy importante para el cine mexicano, porque fue la primera vez que se premió esa categoría de efectos visuales gracias al trabajo que hicimos”.
Reflexionando sobre lo que estaba haciendo y lo que quería hacer fue entonces que Manuel Roberto decidió regresar a Colima y estando aquí se ha dedicado más a la fotografía pero sin descuidar el cine. “Sigo y seguiré haciendo cine, tengo los contactos y también sigo promoviendo a Colima. Hago lo que es Invisible Cine y Filma Colima, me puse a recorrer todos los municipios y a tomar fotografías de los lugares que considero pueden servir como locación para una película, tengo todo un catálogo para seleccionar y cuando las vienen a filmar por los rumbos, los productores me hablan para buscar cierto tipo de ambientes y yo les hago las recomendaciones, promoviendo además el talento local, asistentes, fotógrafos, actores e iluminadores”.
“Me gusta hacer cine y además enseñar, afortunadamente me han invitado universidades y empresas por todo México, dando talleres de guionismo, de fotografía o de producción, y me gusta compartir parte de mi experiencia sea mucha o poca pero compartirla”.
Con crédito en más de veinte películas y cortometrajes continúa su gusto por lograr siempre la mejor imagen en pantalla al frente de Invisible.com. Actualmente es miembro de la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas (AMACC), y miembro del comité para la selección de películas que representan a México en los premios Goya en España, y en los Oscares en USA.
“Filma Colima ya es conocido por IMCI- NE, la Comisión de Filmaciones en México ya lo consideran cuando realizan producciones, ya estamos en los directorios de producción de cine y la seguiremos promoviendo para llegar más lejos. La idea es seguir trabajando y que Colima se convierta en un destino para hacer cine”.