«Cuando salgas de esa tormenta, no serás la misma persona que entró en ella. De eso se trata la tormenta». –Haruki Murakami

¿Cómo nos hemos preparado para enfrentar esta situación extraordinaria? ¿Qué estamos haciendo para ser mejores personas después de la tormenta? ¿Y en nuestra empresa?
Después de este periodo complicado, la situación que enfrentamos es la pandemia de emociones afectadas por todas las consecuencias que nos ha dejado este tiempo, ansiedad, depresión, por decir lo menos.

El concepto es «inteligencia emocional» y el término es relativamente nuevo. Hablamos apenas de un par de décadas de desarrollo y con muchas definiciones, pero básicamente trata de cómo manejamos nuestras emociones y cómo las adaptamos a las de los demás. Más complicado de lo que se lee.
La mayoría de nuestras decisiones están regidas por nuestras emociones en mayor o menor medida, pero dependen de estas. Además, consideremos que las emociones pueden variar después de unos segundos.

Podemos resumir que se trata de: tener consciencia de nuestras emociones, saber regular estas, mejorar nuestra motivación, ponernos en los zapatos de los demás (empatía) y el desarrollo de nuestras habilidades sociales. Y podríamos pasar horas (y hojas) desarrollando cada uno de estos puntos, pero básicamente se trata de eso.

Entonces, ¿cómo saber si somos emocionalmente inteligentes? Sobre todo, en la empresa, donde no queremos una decisión mal tomada.

Somos emocionalmente inteligentes cuando:
1. Podemos predecir y mejorar nuestras reacciones ante una situación.
2. Vemos los problemas como un reto o desafío.
3. Capacidad de mejorar nuestras emociones para adaptarnos a las circunstancias.
4. Qué tan empáticos somos con los demás.

La inteligencia emocional se tiene que desarrollar, entrenar, para mejorarla y fomentarla con quienes
nos rodean.

Un consejo: una habilidad indispensable al momento de contratar a un nuevo colaborador debe ser su nivel de inteligencia emocional.

Hasta luego.