Un ocaso que los catapultó a un reconocimiento nacional e internacional.

 

Para Omar y Camilo el cine significa más que una película proyectada en una pantalla, para ellos, es un sueño que traspasa la realidad. Debido a su pasión por los filmes y su realización obtuvieron un Ariel en el año 2014, premio cinematográfico concedido anualmente por la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas en reconocimiento de los profesionales de la industria cinematográfica mexicana.

 

Omar Deneb Juárez, de niño prodigio a director de cine.

 

«Mis papás pensaban que estaba un poco loco porque desde los 12 años me llamaban la atención las películas diferentes a las comerciales. Agarré una cámara de video que tenían mis papás y comencé estudiando lo más básico, que eran los diferentes tipos de planos».

 

Su primer cortometraje lo realizó con tan sólo 13 años, se llamó “Secuestro Express”. Un trabajo que Omar recuerda con mucho cariño, ya que fue su primer trabajo audiovisual. Estaba en la preparatoria cuando realmente decidió que quería ser cineasta y no dudó en ingresar a la Universidad de Medios Audiovisuales en Guadalajara.

 

«Me desesperaba porque mis compañeros no sabían de cine y comencé a faltar a clases, me aburría mucho. Cada vez que faltaba, me iba a una cafetería  para escribir pequeñas historias y soñaba con que se pudieran hacer realidad en algún momento».

 

Ya en el 2013, con la llegada del festival de cine “Colima en Corto”, se animó a participar con el cortometraje “Jonás”.

 

«Tenía una cámara viejita, junté a mi hermano y a un amigo para hacerlo. Yo no lo podía creer, pero gané el primer lugar y con esto me di cuenta de que mi gusto por el cine era algo serio y que podía tener algo para sobresalir».

 

Este festival fue el inicio de una gran carrera, ya que, decidido, se puso en marcha para crear “Tv boy”, su segundo cortometraje.

 

«Tenía la idea de volver a ganar el premio, pero no fue así. Pero la suerte estuvo conmigo, en este festival conocí a Kristian Ferrer, un actor mexicano muy reconocido, que me dijo que tenía talento. De ahí en adelante las cosas cambiaron».

 

Camilo Galván, de aficionado de cine a reconocido productor nacional

 

«Ya con 13 años comencé a ver cine dramático como “Belleza Americana” y me sorprendió porque, aunque no era para chamacos, su historia no era común… No era de terror o suspenso, sino que era un drama de la vida de un hombre que cambiaba de acuerdo a las decisiones radicales que tomaba».

 

Ahí entendió que podían realizarse historias interesantes en personas comunes. Una vez en la preparatoria empezó a escribir pequeños relatos y sus profesores no dudaron en decirle que eran dignos de leerse.

 

«Quise estudiar cine saliendo de la prepa pero no vi una forma de hacerlo, así que mejor entré a la Facultad de Lenguas en la Universidad de Colima y cuando egresé busqué una escuela en otro país, pero me dijeron que tenía que tener proyectos audiovisuales terminados para poder ingresar».

 

Fue aquí donde decidió asistir al mismo festival que Omar. Asegura que el cortometraje de este colimense fue el que más le llamó la atención.

 

«Me acerqué a él y le dije que quería hacer proyectos con él. Meses después nos juntamos para hacer “Tv Boy” y aunque sentimos una gran posibilidad de ganarlo, no lo conseguimos, en cambio conocimos a Kristian».

 

Más que un ocaso, fue una ventana oportuna para triunfar

 

Luego de que Kristian aceptara participar con ellos, Omar y Camilo crearon “El Ocaso de Juan” especialmente con la intención de grabarlo con parajes meramente colimenses. Con muy poco presupuesto y arduo trabajo sacaron adelante un proyecto que, después de mostrarse en Guadalajara, resaltó tanto que ganó el Ariel en 2014.

 

«Nosotros queríamos que el corto se mostrara donde nadie nos conociera y ¡tras! que nos nominan y ganamos el Ariel. Para nosotros significa que los sueños se pueden cumplir».

 

Después de este boom de adrenalina Omar y Camilo sacaron adelante proyectos como “Una canción para María” (ganador de El Cabrito de Plata), “Isla de Soledad”, así como la escritura del primer largometraje de Omar y el primer cortometraje dirigido por Camilo.

 

«Quizás vemos lejana la Ciudad de México o vemos a gran distancia el estar a nivel mundial, pero lo que debemos entender es que hay que hacer oídos sordos y siempre luchar por nuestros sueños».