La vela revolucionaria enciende nuestros corazones como todos los años durante el mes de noviembre. El movimiento armado que plagó la nación en 1910 (y que no concluyó nunca), se mantiene vivo entre los amantes de la historia y todo aquel que resida inconforme con las injusticias gubernamentales, las crisis sociales, la corrupción latente entre los grandes círculos que monopolizan el poder. Nuestro cine, como medio periodístico y artístico, se ha mantenido atento a la Revolución Mexicana desde su desarrollo hasta el presente. De hecho, la primera «cinta» filmada en México (según dicen algunos historiadores) es una titulada El presidente Díaz paseando a caballo por Chapultepec, ordenada por el mismo Díaz en 1910, quién financió la llegada del invento Lumiere a nuestra tierra.

Un pasado sangriento

Sin embargo, el verdadero trabajo que la cinematografía desarrolla en torno al movimiento acontece más tarde. Cada revolucionario, de Madero a Villa, contaban con su camarógrafo personal (de esta manera difundiendo propaganda entre los mexicanos) y existen momentos impresionantes como La batalla de Celaya que filmó el ejército villista, pero las películas narrativas no aparecen hasta los veinte y treinta, particularmente con el director Fernando de Fuentes y su trilogía sobre la Revolución, que incluye El compadre Mendoza (1933), El prisionero trece (1933) y ¡Vámonos con Pancho Villa! (1935). Cabría la mención: Fuentes es considerado el director más influyente de México antes de la «Época de Oro» y el primero en filmar una cinta mexicana a color (Así se quiere en Jalisco – 1942).

Otros trabajos sobre la Revolución

Hay otros filmes indispensables cuando se explora la Revolución mexicana. Sobresalen Cuartelazo (1976) de Alberto Isaac; Los de abajo (1976, adaptación del libro escrito por Mariano Azuela, imperdible obra revolucionaria) dirigida por Servando González; El impostor (1956) de El Indio Fernández; La sombra del caudillo (1960) de Julio Bracho, polémica cinta que fue censurada por 30 años excusando la mala imagen que el filme reflejaba del ejército mexicano (historia sumamente interesante que debería ser más conocida); y la valiosísima Revolución (2010) que es un conjunto de cortometrajes creados durante los festejos en 2010 y que no tuvo el éxito merecido.

La herencia armada

Si en algo coinciden estas obras, así como el arte literario, gráfico, escénico, etcétera, es en la desmitificación del suceso. La revolución que con ansia celebra cada Presidente, fue un evento fallido, donde el poder no recayó en el pueblo y al contrario resultó fortalecido por el sacrificio de caudillos que fueron utilizados como símbolo para un sistema corrupto expandido durante casi un siglo en México (y que algunos afirmarían, aún existe). Lo que debemos heredar es el siguiente mensaje: No hay éxito ante la separación. El gran fallo revolucionario fue la división notoria entre sus líderes. No cometamos el mismo error, sobre todo en tiempos volátiles como los que habitamos.

Sin más que agregar, soy Cristóbal Ruiz Gaytán… Disfruten la función. 

 

Cristóbal Ruiz Gaytán Trujillo

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