No hay que olvidar que nuestra imagen también comunica y envía mensajes a los demás sin que digamos una sola palabra.

Hola queridos lectores, ¿cómo están? Los invito a un ejercicio de imaginación mientras leen: véanse entrando a una reunión con sus clientes más importantes, socios comerciales, jefes o posibles inversionistas. Su puesto, ascenso, negocio o alianza depende de esa entrevista. La decisión es de ellos y ustedes van a ese último encuentro. Sé que la mayoría está pensando en que llevarían perfectamente estructurados los detalles del negocio o tendrían en mente y con claridad las aptitudes que se esperan de ustedes, por supuesto. Pero los invito a imaginar cuál les gustaría que fuera su lenguaje corporal en ese momento, ¿quisieran que esas personas que tomarán una decisión que será fundamental para ustedes lo vean caminar seguros y confiados? ¿Les gustaría que su mirada hacia ellos fuera directa y franca? ¿Se imaginan con una sonrisa encantadora que rompiera el hielo entre los presentes? ¿Cómo se ven vestidos en esa reunión? ¿Les gustaría que se notara su buena presencia y la seguridad de sentirse agradables a la vista de los demás?

Sí, lo más importante en todos los ámbitos que nos movemos es lo que somos desde el interior; la calidad de personas y los valores humanos por los que transitamos en este camino llamado vida, pero también es cierto que vivimos en una sociedad 100% visual en la que la mayor parte de los estímulos nos vienen de los ojos: celular, televisión, computadora, espectaculares, aparadores y toda la mercadotecnia que nos bombardea, sin embargo a veces olvidamos que nuestra imagen también comunica y envía mensajes a los demás sin necesidad de que digamos ni una sola palabra.

Cuidar aspectos como la higiene personal, el lenguaje corporal, el lenguaje verbal y los mensajes que enviamos con la ropa que usamos son fundamentales para la construcción de nuestra mejor versión como profesionales.

Higiene personal: Mantenernos siempre impecables, con la ropa bien planchada, zapatos lustrosos y uñas y dientes en perfecto estado.

Lenguaje corporal: Caminar erguidos, ver a los demás a los ojos, saludar con una mano firme, sonreír.

Lenguaje verbal: Hablar sin usar un tono demasiado alto, no utilizar palabras mal dichas como “haiga”, “la calor”, “enveces”. Comunicarnos con un uso adecuado del idioma español sin muletillas, para esto nos ayuda siempre el hábito de la lectura.

Vestuario: vestirnos de forma adecuada a la ocasión y al código de vestimenta de la institución, empresa o actividad que realizo.  Utilizar la gama de colores de acuerdo con mi tipo de piel y la ropa adecuada para mi cuerpo y edad.

Nuestros conocimientos y aptitudes para la actividad profesional que desempeñamos es y seguirá siendo lo más importante, pero nuestra imagen influye de forma preponderante en el éxito que alcancemos. Por eso es siempre recomendable movernos en el ámbito profesional con esta máxima:

 “A mejor imagen, mayor poder de influencia”.

¿Ustedes qué opinan? 

 

 

Carmiña Mejía

Experta en imagen y protocolo, conferencista y escritora

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