Desde el final de la pandemia esta pregunta se ha instalado en las cabezas de ejecutivos y cinéfilos, pues ni los asistentes, ni los números en taquilla, ni la popularidad de los nuevos estrenos ha vuelto a la normalidad. Es preocupante para quienes amamos el celuloide: La “nueva normalidad”, parece no tener a las salas de cine en sus planes.
No se puede ignorar que las plataformas de streaming están ganando terreno rápidamente, convirtiéndose en la preferencia del consumidor, con casi 14 millones de usuarios en el país y un mercado que se satura rápidamente. Su éxito es tal, que sus nuevos productos forman parte de la conversación cotidiana de hogares, escuelas y oficinas, con un impacto social incomparable con el pasado.
Y a pesar de ello (o mejor dicho, debido a ello), las salas de cine están experimentando un claro declive. La mayoría de los estrenos recientes han sido fracasos, incluso con grandes marcas detrás de ellos (Misión Imposible / Rápido y Furioso / The Marvels). Poco a poco ir al cine se ha convertido en una actividad reservada para dos o tres películas al año. En 2019 se recaudaron 71.7 millones de pesos en boletos de cine en México. Para 2023 la cifra fue un poco superior a 30 millones.
Es probable que estemos ante una renovación de las salas de cine, no su extinción. Sin embargo esto plantea varias preguntas: ¿Las salas estarán reservadas exclusivamente para grandes producciones? ¿El cine indie se relegará solo al streaming? ¿Las nuevas franquicias comenzarán en la televisión y solo pasarán a la gran pantalla si tienen éxito? Las respuestas, en cada caso, parecen ser afirmativas.
Hay muchas razones que se han dado para este cambio, desde la “fatiga de superhéroes”, hasta el cansancio por las franquicias. Sin embargo, no se trata de calidad, de artistas, directores o marcas desgastadas, sino de un claro desinterés por parte del público. Hace dos meses lo vimos con The Fall Guy, la nueva película de Ryan Gosling, que tuvo buena promoción publicitaria, artistas queridos y populares, un director en ascenso y una propuesta diferente, además de mucha calidad, buenas críticas y un gran boca en boca que en otros tiempos, le habría dado impulso. En el presente, se volvió el fracaso más grande de 2024.
No existe una “fatiga” o un “hartazgo”. Solo una falta de interés por el cine, por volver a visitarlo.
Es verdad que también hay éxitos, como Barbie, Oppenheimer o Intensamente 2, pero estos lucen más como excepciones que como fórmulas a seguir (y esperemos que no, pues le dirían a los estudios que la única manera de triunfar es con secuelas, nombres reconocibles o contratando al director más popular de la era moderna).
El streaming ha llegado, triunfado y dominado el mercado, y al igual que las cadenas que rentaban películas, o los Blu-Ray, podríamos estar viendo la dolorosa desaparición de las salas tradicionales (o por lo menos, un cambio radical de las mismas).
Soy Cristóbal Ruiz Gaytán… Disfruten su función (mientras aún podamos).